domingo, 25 de enero de 2009

1ª Semana, Oscar

Subo los escalones de dos en dos. Me duelen las manos, los brazos, las piernas y la cabeza me va a explotar. Llego al rellano de la tercera planta y busco las llaves en mi chaqueta. Estoy seguro de que las tenía en algún bolsillo y me vuelvo loco hasta que las encuentro. Se me caen un par de veces antes de poder abrir la puerta, me tiemblan las manos. Cierro la puerta intentando no hacer ruido y me dejo caer sobre ella de espaldas resbalando hasta el suelo. Me cuesta respirar y noto como el sudor resbala por mi espalda. Me escuecen los ojos. Me despejo la cara con ambas manos y me retiro los pelos pegajosos que apenas me dejan ver. Me levanto soportando el dolor de mi cuerpo y tanteando la pared enciendo la luz del salón. Me desabrocho los botones de la chaqueta cuando descubro que estoy empapado en sangre. Joder, me empiezo a marear y mi estomago se revuelve desmesuradamente.


- ¿Pero qué ha pasado? – no reconozco las palabras que salen susurradas de mis labios. La cabeza me va a explotar. Una y otra vez intento recordar que ha pasado, ¿por qué están tan difusas las últimas horas? Lo intento de nuevo – ¿Pero que mierda ha pasado?


Me dirijo al cuarto de baño. Me desvisto casi sin pensármelo, dejando la ropa tirada en cualquier parte. Ciertamente no me importa. Cierro la mampara de la ducha y abro el grifo del agua caliente. Me resisto a la tortuosa y mordiente dentellada de agua fría y apoyo las palmas de mis manos contra la pared esperando a que el calentador haga su trabajo.


Me miro las manos a través del agua, veo resbalar la sangre y sigo sus trazas hasta el sumidero. La jaqueca se aleja un poco, pero los pensamientos se me agolpan tras los ojos… tanto aprietan que duelen.


Por más que intento retroceder, no consigo recordar. Esbozos de imágenes me abordan, pero no consigo definir ni un solo rasgo de nitidez. No recuerdo una pelea. Nada sobre qué hacía en la calle. ¿Donde están las últimas horas…? no consigo recordar nada, y tengo la sensación que ha sido un verdadero mar turbulento, tengo todo el cuerpo dolorido y magullado… y la sangre… ¿de quien es la sangre? Me toco la cara y la cabeza en busca de heridas. Cientos de agujas se me clavan en la mejilla izquierda cuando la toco y tengo un bulto en la parte trasera de la cabeza. Me sobresalta un sonido e inconscientemente levanto la vista al techo. Un vecino, ha sido un vecino. Cierro el agua de la ducha y salgo chorreando. Cojo el albornoz y me lo intento poner bajo el temible dolor de músculos que ni sabia que tenía. Apenas puedo reconocerme en el espejo, tampoco me fijo mucho. El rastro de moratones y cortes de mi cara me hace girarme. Un crujido rompe el poco silencio que le queda a la madrugada. Apenas seco, salgo del cuarto de baño y arrastrando los pies me dirijo a mi despacho. La estática del amplificador zumba a mí alrededor, me he dejado encendido el equipo de música del PC. Música. Enciendo la estufa, me está empezando a entrar frío, aunque no se si los escalofríos se deben a las bajas temperaturas o al causante de mis magulladuras. Deslizo el ratón para que mi ordenador salga del modo de salvapantallas. La luz de la pantalla se me clava en los ojos y me recuerda el temible dolor que me acecha tras los ojos. Me he dejado abierto mi servidor de correo electrónico y el puntero está sobre el último recibido. No le echo cuentas.


Me entra unas ganas horribles de escuchar el Canon de Pachelbel suponiéndolo una terapia, pero descubro que en la bandeja de mi reproductor hay una pista titulada "Life on Mars". ¿David Bowie? Pulso "play" para escuchar la canción y minimizo el programa. Hay un correo en la barra de tareas y sólo puedo leer parte del titulo: La desdicha es… Maximizo el mensaje y me fijo en el titulo completo: "La desdicha es muy variada". Un corto mensaje de dos reglones ocupa el correo. Lo leo.


Está mas cerca de la piel, es como una guerra con un espectro, inunda como un diluvio, es un arma bajo el mar, es la pasión por un eco.


Te espero en la cafetería Arthurs a las 22:00

Berenice


Y adjunto al correo está la canción de David Bowie. Y lo firma Berenice. ¿Quién demonios es Berenice?


No recordaba haber abierto este correo. ¿Había quedado en el Arthurs con alguien? Reviso la hora de entrada. Las 19:17. de ayer. ¿Pero que significa? Por deformación profesional descargo la cabecera y realizo un "mail tracking", pero apenas obtengo datos concluyentes. Un servidor de una capital poco conocida no es mucha información, no se ve muy sospechoso. Bowie se repite incansable a mi alrededor. "It's the freakiest show; take a look at the Lawman beating up the wrong guy". Sonrío bajo mi propia paranoia. ¿He perdido los papeles esta noche? ¿Tanto he bebido que no recuerdo nada? Ni siquiera los recuerdos vienen a agolparse para darme una alegría sobre todo lo que ha pasado. Sigo sin recordar. Busco el Canon y me tumbo en el sofá. Sin muchas dificultades me quedo dormido antes de que finalice la canción. Olvido el trabajo, el dolor y la fatiga… cuando despierte, será otro día.

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