lunes, 16 de marzo de 2009

6ª Semana, Felipe

Esta semana ha sido un poco rara, no me sentía muy sociable, por lo que he rehuido un poco a la gente. Carlos no me coge el teléfono lo cual no me ha sorprendido, tienen que pasar un par de semanas para que vuelva a mirarme a la cara. Así que me he centrado en el trabajo.

Tengo ya un pie fuera de la universidad, a falta de un par de asignaturas que haré en junio, estoy hecho todo un psicólogo y aunque aún no tenga muy claro a qué me quiero dedicar, o qué es lo que quiero hacer con mi vida, tengo una entrevista de trabajo. Los padres de Cristina tienen a un amigo, un psicólogo aquí en Tortuosa, necesita a alguien en la consulta para hacer el trabajo sucio, recibir a la gente, confeccionar los historiales, revisar las cintas, buscar información y hacer café, una especie de secretario. Es un trabajo a media jornada, no está excesivamente bien pagado, pero es un muy buen psicólogo y podría aprender mucho de él.

Prepararse para una entrevista de trabajo es harto complicado, pero lo es aún más cuando ésta te la hace un colega. No sólo has de vestirte conforme a la impresión que quieres causar, tienes que vestirte para transmitir que sabes cómo transmitir lo que quieres transmitir sabiendo que tu interlocutor sabe que lo estás haciendo, sí, suena un poco a cielo enladrillado.

Me detengo frente al espejo y me observo detenidamente, unos pantalones grises, no es algo de llevar a diario, pero no llega a ser formal, camisa y chaleco, la pinta que cualquier cliente espera de su loquero, las gafas con montura al aire, juveniles a la par que serias, y unas zapatillas con colores brillantes demostrando personalidad y un toque de irreverencia adecuado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario